• #27 El viejo y el mar - Ernest Hemingway

  • Apr 27 2025
  • Length: 13 mins
  • Podcast

#27 El viejo y el mar - Ernest Hemingway

  • Summary

  • El viejo y el mar es una historia sobre cómo encarar la vida. Confieso que la primera vez que la leí - cuando tenía unos 20 años- me aburrió un poco. No veía nada de glorioso, o entretenido, en la historia de un pescador que ya no podía pescar.La volví a leer hace unas semanas porque me la regaló Stephi para mi cumpleaños. Y aunque ya sabía cómo acababa la historia, esta vez acompañé el viaje del pescador con entusiasmo, y disfruté mucho más de la narración y del lenguaje; especialmente cuando Hemingway cuenta cómo el pescador siempre pensaba en el mar como la mar. “Que es como la llaman en español, cuando la aman”. Y nos explica cómo los más jóvenes, con lancha a motor, o los que se referían al mar como un lugar específico o hasta como un enemigo, le decían el mar, a diferencia del viejo y los que la aman, que la ven como una entidad encantadora y misteriosa que esconde tesoros, y que si hace cosas terribles, es solo porque no puede evitarlo. ¿Qué lindo no? En una cosa tan simple expresa ese hechizo que desde siempre ejerce el mar en algunos hombres. Sin embargo, mientras avanzaba la historia y los tiburones iban haciendo pedazos a su maravilloso pez espada, me encontré otra vez decepcionado. Y aunque racionalmente entendía el estoicismo y la dignidad de su batalla, de alguna forma yo seguía sintiendo la historia incompleta, por lo menos en mi interior. Algo no cuajaba.El viejo y el mar es una historia sobre cómo encarar la vida y racionalmente yo entendía que sí, que en cualquier cosa que uno haga, no podemos juzgarnos por el resultado, sino por haber dado lo mejor que uno tiene para dar. Pero en mi interior un sentimiento me seguía diciendo, ¿para qué tanto alboroto? Yo quería que el viejo gane, como un triunfo simbólico del hombre frente a la vida, frente al mundo. Y me desesperaba verlo pelear y perder. No podía entender - emocionalmente - que es justamente eso lo que hace grande a la historia.Otra posibilidad de por qué me sentía decepcionado, o aburrido con el libro, puede ser porque siempre me gustaron las historias en las que suceden muchas cosas, ya sea en la realidad ficticia o en el mundo interior de los personajes. Solo hace falta ver algunas de las que he comentado aquí en el podcast: tenemos la espectacular extravagancia de García Márquez, o el color apasionado en los personajes de Jorge Amado, o el duelo a cuchilladas de Saramago con Dios y con la muerte. De alguna manera la historia de este pescador, sólo en el mar, con pocas palabras y sin ninguna explicación, no clasificaba. Al llegar al final no sentía esa catarsis de la que hablaba en el episodio de Madame Bovary y que uno siente con la muerte de Emma, o cuando Saramago le hace decir a Jesús en la cruz: “hombres, perdonadle porque no sabe lo que hace”, o cuando nuestro queridísimo capitán de ultramar se salva de la vergüenza y el escarnio, o cuando descubrimos que las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían otra oportunidad sobre la tierra.Ahora que pienso en eso, creo que la culpa no es del pescador. Sino de esa forma que tiene Hemingway de esconder la historia dentro de la historia. De su famoso iceberg. Yo no sentía el poder de lo que no se dice. En mi caso parece que tomó bastante tiempo de reflexión inconsciente para que la historia haga efecto en mí. Pero entonces pasaron dos cosas. La primera y la más importante, es que unas dos semanas después de leer el libro, un día desperté pensando en la historia del viejo y el mar. Como si la hubiese soñado. Y en ese estado de trance en que nos tiene la vigilia, sentí como una revelación o una epifanía. Esas cosas pasan. No sé cómo, pero de repente sentí de verdad la lucha de Santiago. Nada había cambiado racionalmente en mi entendimiento de su historia; sin embargo, Santiago ya no era para mí un pobre pescador, sino un héroe atemporal. De repente entendí que el mismo Hemingway, que había sido el mito personificado de esa forma de vivir apasionada y llena de todo tipo de aventuras; que había sido héroe de guerra, que cazaba leones en África, que salvaba toreros, que ganaría un premio Nobel, etc. Él mismo, probablemente habría preferido ser ese nuestro viejo de manos partidas y voluntad de hierro.Entonces, todavía dormido sentí el coro de voces que hoy critican lo que Hemingway y Santiago representan. Hasta que apareció el ser original sobre el que mi madre me cuenta, y con su voz de trueno preguntó: ¿cómo querés encarar la vida?Y de pronto me sentí en paz con el final, y se fue la decepción que sentía con los tiburones y con el pez perdido; a veces no se puede contra el mundo, a veces no da. Pero el alboroto vale la pena, porque está cargado de significado y de sentido. Lo segundo que pasó para que El viejo y el mar tenga un efecto total en mí, fue que leí Las nieves del Kilimanjaro, para un programa que estamos queriendo hacer con mi ...
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